Jibarizada vuelta al mundo

febrero 17, 2009

Que la telerrealidad es una tendencia ampliamente implantada en nuestro panorama catódico lo demuestra el hecho de su tendencia a la mastodontización, a la hipertrofia grandilocuente y la dinosaurización, tendencia habitual en cualquier formato en crecimiento y mutación. Ejemplo de dicha tendencia e hibridando la primacía relacional e interpersonal propia de todo reality convivencial con elementos competitivos y paradeportivos propios de los reality de supervivencia y superación (pruebas, situaciones límites, etc…), añadiéndole además el plus de la estructura itinerante on the road, mayormente en países extranjeros (con la consiguiente dificultad añadida del extrañamiento cultural para los concursantes), el megareality La vuelta al mundo en directo (título de ridículas resonancias literarias a lo Verne) había venido siendo presentado e hiperpublicitado como una de las apuestas estrellas de la temporada en Antena 3, intentando sumarse a la tendencia iniciada en nuestro país por la exitosa primera edición de Pekín Express, en Cuatro.

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Con una fase previa de calentamiento y generación del interés a base de castings y reportajes, emitida en magazines de la casa como Tal cual lo contamos y confiada al tránsfuga tronista Efrén Reyero (quien demostró prontamente lo mucho que le venía grande el encargo), el programa comenzó (quizás apresuradamente) sus emisiones confiando en sus posibilidades de convertirse en ese format killer que anda buscando desde hace tiempo la cadena, capaz de retroalimentar sus decadentes magazines y talk shows y proporcionar un alza general de las audiencias. Incluso reclutaron como conductor a uno de los rostros populares de la competencia, un Oscar Martínez quien, sobrepasado por los acontecimientos, ya debe estar preguntándose por qué aceptó el envite y consolándose mirando el extracto de su cuenta corriente, y montaron, como obligada guarnición online, un canal en youtube y una completita web participativa con ramificaciones en Facebook y Twitter.

Así empezó todo…

Con  tan sólo un par de emisiones en el prime time dominical, desde su comienzo en Venecia, lastradas por la indefinición y la heterogeneidad (esos coloquios paralelos en plató con gente en plantilla como el inefable Miguel Temprano, el ínclito y estólido Efrén, la megahortera estilista de Supermodelos o la tele-psicóloga de guardia) y el alargamiento plúmbeo de las mismas, así como plagadas de numerosos errores en las conexiones y en la presentación de los concursantes y las normas del concurso (no son los grandes formatos de telerrealidad el punto fuerte de Antena 3, claramente), el share no ha respondido a las espectativas y el público no se ha enganchado a los avatares de las parejas concursantes (sólo es posible que acceda al status de friki-celebrity una Pamela Anderson clónica eliminada a las primeras de cambio), ni siquiera pese al (¿fortuito?) abceso sensacionalista de la eliminación de uno de los concursantes (Cyril Jacquet) al descubrirse su pasado parricida, enseguida convertido en excusa para uno de esos pseudo-debates ombliguistas y aurorreferenciales para escarbar en el morbo y ondear al mismo tiempo la bandera de la tan manoseada deontología periodística. Impelidos por las prisas habituales y por los (presumibles) altos costes del engrendo, los rectores de la cadena han optado por la inmediata jibarización del road reality, reduciendo su duración a apenas un par de semanas y acelerando sus procesos, además de trasladarlo al menos competitivo late night. Un recurso fácil y de compromiso, que empieza a convertirse en habitual en estos casos (recordemos los casos recientes de Circus o La batalla de los coros, entre otros), intentando con ello salvar los muebles y dar una salida digna al producto, aunque no logran ocultar la magnitud del batacazo.

Video del ‘caso’ Cyril Jacquet

La fiesta de la tele

febrero 11, 2009

Cuando aún no nos habíamos recuperado de la recién pasada Gala de entrega de los Premios Goya del cine español, la Sexta emitió la anual edición de la entrega de los Premios TP de Oro, asumiendo su concepción y realización, dado que cada año encuentran sus organizadores más trabas y problemas para encontrar una cadena que se responsabilice de la misma y le encuentre un huequecillo en las saturadas e histéricas parrillas de nuestro país. No parece que la situación vaya a mejorar, vista la indolente rutina con que el evento fue afrontado y la escasa repercusión y audiencia con que fue recibido, a la luz de las cifras del share.

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Presidida por el tono irónico y jocoso marca de la casa, la ceremonia, salpimentada por insertos donde famosos catódicos relataban anécdotas del oficio, fue aprovechada por los responsables de la cadena para dar cabida autopublicitaria a las estrellas de la cadena (no faltaron los sketches de El Gran Wyoming, los chicos de Qué vida más triste, Berto Romero -su monólogo/resumen del 2008 fue de lo mejorcito-, Buenafuente, así como la comparecencia, como premiados o como oficiantes de gente como Patricia Conde, Pilar Rubio, Angel Martín, el Follonero, Antonio Lobato, Cristina Villanueva, etc…), encargándose de la conducción Manel Fuentes y una omnipresente Eva González, quienes, lastrados por la sosería de sus intervenciones y del guión, se limitaron a mostrarse animosos y simpáticos, en una faena poco más que de aliño, digna pero deslucida.

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Lo más destacable y jugoso de la velada, inelubible en estas ocasiones, fue la comparecencia de esas extrañas parejas formadas para la ocasión por gentes del medio encargados de la entrega de los trofeos, ocasión para ver a nuestros ídolos catódicos fuera de su ámbito habitual (esas presentadoras serias de informativos, en traje de noche, luciendo palmito), a mayor gloria de nuestro castizo star system local. Ingenioso áquel a quien se le haya ocurrido mezclar a Susanna Griso con el profe amazing de Fama, a los dos chavales de Cuéntame y Aida, a Gonzaló Miró con Paula Echeverría o a Angel Martín con la nueva presentadora de Gente, María Avizanda, entre otras muchas heterogéneas y originales mezclas de personalidades que amenizaron la velada, aportando una nota divertida, junto a algunas parodias de programas en boga como Password o Pasapalabra. Del chorra-sketch sin gracia alguna que se marcó el inefable Arangüena, mejor correr un (es)tupido velo.

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Entre los premiados, la escasez de sorpresas fue la constante. Un año más asistimos al mantenimiento en la cumbre de la popularidad, por extraño que nos pueda parecer (es lo que tiene el voto popular y democrático, cabe suponer), de gente como Matías Prats (Mejor Presentador de Informativos), Ana Blanco (Mejor Presentadora de Informativos), Ana Rosa Quintana (Mejor Magazine), Imanol Arias y Amparo Baró (mejores actores), así como a la consolidación de estrellas emergentes en los últimos tiempos como la dupla Angel Martín y Patricia Conde (premiados por su labor al frente de SLQH), la frescura de un concurso digno y discreto como Pasapalabra, los chicos de Callejeros, nuevamente reconocidos, el culebrón retropogre de la sobremesa de la TVE, Amor en tiempor revueltos, o House, mejor serie extranjera.
Algunas de las escasas novedades de esta entrega fueron el destronamiento de Cuéntame como mejor serie nacional a manos de ese ciclón fandémico en que se ha convertido el Duque y su troupe (especialmente femenina) en la serie Sin tetas no hay paraíso, uno de los fenómenos mediático-sociales de la campaña.

Sin embargo, el momento más perdurable y emotivo de la noche, más allá del fulgor efímero de nuestras estrellas de andar por casa, fue el de la entrega a un emocionado y anciano Manuel Aleixandre del premio a toda una carrera, a manos de su colega y amigo Alvaro de Luna. Pese a que quizás fuera más propio de una entrega de los Goya dada la mayor y más excelente carrera en el cine del insigne e incomparable actor, una auténtica ráfaga de emoción, admiración y reconocimiento (cosa poco frecuente en el medio, dado a la inquina y el desdén, mayormente) recorrió la sala, entre aplausos y vítores, reafirmando el consenso general sobre los méritos personales y artísticos del galardonado.

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En resumen, el habitual reparto de galardones entre las principales cadenas, susceptible de ser aprovechado promocionalmente a su favor, adobado con el complaciente y consabido marchamo del refrendo popular de estos premios, máximo aval democratizante del que se vanaglorian los mismos. Aunque pensando en el número de compradores de la publicación y el número de votantes potenciales y luego reales que participan en el asunto, cabría desconfiar de esa (presuntamente) masiva votación popular de que tanto y tan demagógicamente se abusa en este tipo de saraos catódicos como suprema excusa justificativa.

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De regalo, como colofón, el video del monólogo del gran Berto…


¿Se agota la vía penal?

febrero 11, 2009

Con una cuota de audiencia muy por debajo de las expectativas se saldó la comparecencia del bailarín flamenco, ex-convicto y homicida involuntario, Farruquito, en el corrillo bullicioso y parlanchín de DEC (el otrota título del programa, ¿Dónde estás corazón? se ha reconvertido y apocopado, según mandan los cánones del vigente lenguaje SMS que asolan la tele), enésima y última muestra del subgénero de entrevista por la vía penal, casi subjudice, que ha gozado de gran éxito en nuestras televisiones en los últimos tiempos, donde han comparecido gente que suma a su condición de (un pelín trash) celebrity el plus de la comisión de delitos, gente de la calaña de Mario Conde, Roldán y (rey de reyes) el ex-alcalde marbellí, Julián Muñoz, acaparando minutos de prime time dignos de mejor causa.
Gracias la connivencia entre medio y entrevistado, al mutuo aprovechamiento de ambos (share para la tele; inyección crematística para el compareciente famoso), la operación parecía estar resultando beneficiosa para todas las partes, bendecida además por el seguimiento del telespectador.

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Convertido el sanedrín de contertulios rosas en plató en paralelo tribunal popular (con la vena infartada de la Patiño dispuesta a someter al reo-entrevistado en simbólico ecce-homo a golpe de pregunta insidiosa y comentario sensacionalista, al mismo tiempo, dichas entrevistas le ofrecían a éste (por un módico estipendio) la posibilidad de autoflagelarse dolientemente, de redimirse ante la atenta mirada del ojo social tras la dolorosa catarsis de la confesión y el arrepentimiento público. Con todo ello, se confecciona una especiada ensalada, bien surtida de morbo, demagogia y tremendismo periodístico, con el postre añadido de un pseudo debate posterior entre los mismos entrevistadores y colaboradores, a cuenta de manosear una vez más conceptos tan sobados y desnaturalizados como ética periodística o deontología profesional, convertido el show en una jeremiada autojustificativa a costa de excusar la función ofrecida en base a los deseos de la audiencia o el interés informativo de dichas cuestiones, pese a haber lapidado dichos comportamientos cuando los ha llevado a cabo la competencia (Tele 5, off course, habitual primera dama en este tipo de festejos catódicos).

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Pero, oh sorpresa, héte aquí que el edificio empieza a hacer aguas precisamente por esos cimientos que sirven excusas disculpatorias a sus responsables. las cifras de audiencia, ya que el personal empieza a dar signos de cansancio, a mostrarse reticente a concurrir a este tipo de akelarres catódico-judiciales donde se le convoca a tirar la primera piedra, para luego dejarle al margen en el reparto del sabroso pastel. Ya era hora. A ver si el compungido y arrepentido rostro de Farruquito es el último que vemos en uno de estos cadalsos televisivos a precio de oro.

Un viaje psicoterapeútico

febrero 10, 2009

La telerrealidad actual entroniza a la gente común, a esa ordinary people susceptible de pasar al otro lado del espejo catódico para ser protagonista y no sólo simple espectadora pasiva del espectáculo televisivo, mostrándose especialmente ávida de escudriñar y espectacularizar sus aristas y conflictos, sus quiebras cotidianas. Conocido era su interés por los sucesos y los avatares íntimos y cotidianos de la gente anónima, ingrediente básico y esencial en talk-shows, informativos y magazines del más variado pelaje, así que era cuestión de tiempo que un reality show se ocupara de gente con problemas, con traumas y conflictos personales de todo tipo, a la busca de su sanación mediante la experiencia mediática.

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Basado en una idea patria que debemos a sus creadores, Adrián Madrid y Oscar Cornejo, en cuyo bagaje en el medio encontramos su participación en heterogéneos productos como La Noria, Aquí hay tomate u Hormigas blancas, el nuevo talk-reality de Tele 5, La Caja (¿guiño irónico hacia el habitual sobrenombre peyorativo de la propia tele?), nos propone un trayecto psicoterapéutico en vivo, a aplicar a las criaturas que concurren a su reclamo, todas ellas víctimas de situaciones traumáticas, dolorosas pérdidas, traumas insuperables o problemas psíquicos de diversa índole.
Sentados y despatarrados en una especie de butaca de dentista, encerrados en un espacio prismático formado por paneles de video, con una única abertura cenital (lo que propicia el uso y abuso de tomas aéreas y cenitales), los invitados-pacientes son sometidos a un dosificado y meditado (se supone que ha habido sesiones preliminares con el equipo de especialistas para pergeñar cada terapia audiovisual) exposición a imágenes, sonidos, olores, palabras, fotografías y textos relacionados con su patología.
Así pues, a ritmo de una omnipresente música incidental (perteneciente a la banda sonora del film In the mood of love), sin mediación de presentador alguno (un nuevo ejemplo de postergación de la mediación del periodista profesional, considerada innecesaria y distanciadora), aunque punteado por los (presuntamente) balsámicos y sedosos comentarios y consejos de unos coach en permanente off, el programa somete a sus criaturas, mediante el envolvimiento sensorial y el repaso dialogado a los avatares vitales que les han conducido a su degradada situación actual, a un viaje con intencionalidad terapeútica y regeneradora, al que, asimismo, quedamos invitados como espectadores, susceptibles de alcanzar un alto grado de identificación y conexión con los protagonistas (innegable, dado el alto seguimiento popular de que han disfrutado las primeras emisones del invento).

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Intercalando sucesivamente las tres historias de que se nutre cada entrega, pausando y ritualizando la escalada emocional y climática de cada caso concreto (no podía fallar el empleo del primerísimo primer plano en los momentos de mayor exaltación emocional, en un intento de aproximación –closer– entre espectador y protagonista), La caja vendría a ser una especie de catódica montaña rusa de exhibicionismo con voluntad catártica, una intensificada vuelta de tuerca en la aproximación impúdica del ojo televisivo (y por ende, del ojo del espectador) a los territorios más inestables y quebradizos de la privacidad.

Sexo cinéfilo

febrero 8, 2009

Se ve que el departamento de promoción de Cuatro está en forma. Tras las recientes promos retronostálgicas de la nueva temporada de House, donde homenajeaban series mitificadas en la memoria de todo seriéfilo ochentoso de pro como El equipo A, El coche fantástico o Dallas, ahora avanzan el próximo estreno de la tercera temporada de la serie nacional que mejor le está funcionando, Cuestión de sexo, haciendo un guiño cómplice generacional al sector social y de edad que mayoritariamente sigue la serie, parodiando, recreando alguna de las más recordadas escenas erótico-festivas del cine de los últimos tiempos, vivas y reconocibles en la calenturienta mente de cualquier aficionado.
Así, interpretadas por el elenco actoral de la propia serie (Guillermo Toledo, Gorka Otxoa, Pilar Castro, María Ruiz, Ana Fernández, entre otros…), vemos remakeadas algunas escenas memorables, como la del torno alfarero de Ghost, el orgasmo simulado y gritón de Meg Ryan en Cuando Harry encontró a Sally, el polvo en la mesa harinada de El cartero siempre llama dos veces, el juegueteo frutal de 9 semanas y media, el volcánico encuentro de Pe y Javier Bardem en el bar de Jamón Jamón o el striptease, serpiente al hombro, de Salma Hayek en Abierto hasta el amanecer.

El resultado es potente, divertido e ingenioso, desde luego.

Televisión con bífidus

febrero 8, 2009

Cuando aún no hemos olvidado su etapa como carismática conductora de las primeras emisiones del reality Supermodelos, encontramos a la ex-modelo y presentadora Judit Mascó al frente de un modesto magazine semanal vespertino en la 2 del canal público.

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Con una duración total de poco más de veinte minutos, segmentado en secciones temáticas diferenciadas (salud, nutrición, deporte, psicología, consultorio,…), solventamente introducidas por una Mascó que ha sumado tablas y saber estar a su indudable carisma telegénico, Actívate (ese es el título del espacio) es una muestra de feelgood TV, de consultorio médico y revista de salud, nutrición y deporte, de este tipo de espacios habitualmente encuadrados como relleno en magazines y heterogéneos contenedores matutinos y que ahora da el salto a un espacio propio y diferenciado, a modo de traslación a la pequeña pantalla de la temática, estilo y coordenadas propias de cualquiera de esas revistas de salud y/o psicología que conforman uno de los sectores más boyantes del negocio editorial.

Salpimentado por las ineludibles encuestas y entrevistas de gente a pie de calle (obligatorio cumplimiento con la interacción e involucración de la gente anónima, tanto receptora como actor principal en la función), el espacio cuenta con la asesoría y colaboración de un puñado de especialistas en los temas tratados, entre las que destacan las televisivamente ya conocidas Arantxa Coca (psicóloga y terapeuta a la que pudimos ver en aquella fugaz Terapia de pareja que emitió La Sexta) o la montañera Araceli Sagarra, quienes suman a su capacitación técnica una innegable telegenia que no pasa desapercibida al espectador.

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En resumen, un espacio divulgativo correcto y agradable, dirigido a un público mayoritario y no necesariamente perito en la materia (se agradece el lenguaje llano y accesible, lejos del envarado tecnicismo oscurantista de otras ocasiones), discreto complemento de temporada para la programación de la 2, donde lo único que chirría es la excesiva imbricación e interrelación con las marcas publicitarias que lo patrocinan, buscando incluso la confusión homofónica y la mutua dilución de mensajes (el programa centrado en el tráfico intestinal fue esponsorizado por Activia -de claras resonancias con el propio título del programa-; el segundo, centrado en el colesterol, fue patrocinado por Danacol de Danone), explicitando con ello una supeditación y excesiva dependencia del soporte puplicitario que hace posible el espacio, creando la sospecha en el espectador de una posible sumisión subalterna del contenido del mismo respecto de las marcas que (quizás) lo emplean de simple percha para su difusión comercial.

Hasta los hippies ven la tele

febrero 3, 2009

La publicidad descubrió hace ya tiempo el poder de la parodia desprejuiciada, la vaselina del humor distanciador como elemento clave para la conexión con el público, como lubricante para desactivar sus resabios displicentes. Con cachondeo y risas, la intencionalidad y el mensaje del spot llegan mejor al espectador, permanecen más duraderamente en su castigada y saturada retina.
El nuevo spot de la plataforma por satélite Digital + (en horas bajas por la guerra del fútbol y los problemas empresariales de PRISA) busca la asimilación de contrarios con intención paródica y metafórica al retratar como potenciales abonados del canal y consumidores de tele a un grupo de caricaturizados hippies. Segura de su capacidad de penetración y seducción, incluso en los paisajes más aparentemente refractarios a sus embelecos, la publicidad se ríe de quien a ella pudiera oponerse e intenta homogeneizar bajo el poder de su discurso a los que fueran representantes de una mentalidad contracultural, alternativa y anticonsumista, retratando con grueso trazo paródico sus tics externos y desactivando su (menguada)resistencia. Ya no quedan hippies, pues fueron subsumidos y asimilados por la multiforme sociedad postcapitalista, desactivados sus presupuestos libertarios y antisistema, pero si quedarán -viene a decirnos el spot- no resistirían la pulsión consumista y teleadicta y se abonarían a la plataforma digital.

El Follonero, el Langui y ‘Kayegeros’

febrero 3, 2009


Gracias a su proverbial olfato para otear los espumosos devaneos de la actualidad, el Follonero volvió a dar en el clavo en su último programa de Salvados. Mientras muchos ojos escudriñaban la desinflada y cansina gala de entrega de los premios Goya en la 1, Evole tenía a su disposición al que iba a convertirse en unos de los descubrimientos de la noche, gracias a recibir los premios de mejor actor revelación y mejor canción original, El Langui, cantante y alma máter del grupo de hip-hop La Excepción y protagonista de uno de los largos más alabados de la temporada, El truco del manco.

langui1Tras haberse reido un rato a costa del cine español y sus premios, apatruyoyando la ciudad junto al Yoyas, la actriz porno Anastasia Mayo y el goyizado José Corbacho (que se trajo su estatuilla cabezona de casa, para más cachondeo), visitando un videoclub de Hospitalet para confirmar que se alquila casi tanto más cine X que convencional en este país nuestro, el Follonero se desplazó hasta el barrio madrileño de Pan Bendito, cuna de El Langui y la troupe de su banda, para marcarse una desternillante y lúcida parodia del estilo enfático-comprometido propio de las piezas  del docu-show estrella de la competencia, Callejeros.

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Titulado Kayegeros (será por los efectos de la ESO y la tele entre la chavalería de barrio), con el concurso cómplice y entregado de un Langui en vena, Evole se rió un rato del estilo buenrollista y sentimentaloide de su referente, así como de su dinamismo impostado y de su recurso a la espectacularización para denunciar la situación de zonas o colectivos marginales, como bien pudiera haber sido el caso de ese barrio de Pan Bendito donde reina El Langui a lomos de su silla de ruedas motorizada.

Cuando la metatelevisión autoparódica empezaba a ser un género trillado y facilón,  el Follonero ha logrado aunar la diversión con la lucidez analítica necesaria para dejar en evidencia los entramados conceptuales y los mimbres narrativos y visuales de determinados productos en boga.

Llamádme, que voy en bikini

enero 31, 2009

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No hace mucho tiempo nos causaba extrañeza e hilaridad la contemplación de metereólogas catódicas en topless o presentadoras televisivas en paños menores, recojidas en lejanos canales de televisión de exóticos países extranjeros, importadas y emitidas en programas de zapping de corte humorístico provocando el general choteo y asombro.
Pues bien, ya no se puede decir que eso no pasa en nuestro país, ya que la otra noche encontramos algo similar en uno de esos interminables timoconcursos de call tv, que asolan las madrugadas de nuestras cadenas generalistas, concretamente en el que emite una cadena tan pretendidamente joven, progresista y modernilla como La Sexta.
Frente a la ausencia de ideas o el agotamiento de la inventiva, siempre había venido siendo un buen remedio el empleo del consabido cebo del reclamo erótico: una moza de buen ver ligerita de ropa o un buen escote en primer plano nunca han dejado de ser infalibles e inmarchitables recursos para fijar la distraída atención del telespectador despistado, especialmente en estos casposos concursos de llamadas telefónicas que habitualmente colocan en pantalla jóvenes (chicas, principalmente) de agraciado físico, siendo éste uno de sus elementos definitorios junto a la hiperintensiva e insistente interpelación directa al potencial cliente-espectador de que hacen gala o la obligatoriedad de una incansable locuacidad enfática por parte del conductor, a fin de rellenar la gran cantidad de espacio sin contenido que ocupan en la parrila. Pero nunca habíamos llegado por estos pagos a semejante despelote catódico, a una tal banalización y desvalorización del cuerpo femenino y de la dignidad de la mujer, convertida en mero soporte publicitario, en sexualizado relleno televisivo e imán para la captación de la mirada rijosa del zapeador televisivo nocturno.
En fin, agradezcamos que nuestras queridas cadenas no descansan en pos de importar a nuestro país los mejores avances y las más arriesgadas propuestas de las televisiones de otras latitudes.

The death of George W. Bush

enero 30, 2009

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Tras los efluvios paroxísticos y las connotaciones de magno acontecimiento histórico que rodearon a la toma de posesión de Obama como nuevo presidente de los EE.UU, más allá de la la ubicuidad omnipresente de la hipertrofiada cobertura televisiva global, las innovaciones tecnológicas que aprovecharon la fecha para ver la luz (especialmente, el tráfico de videos en directo online o la convergencia entre CNN y Facebook durante la cobertura de la ceremonia) o los detalles rosas y personalistas que especian todo evento de estas características en su reflejo mediático, me gustaría deternerme en un aspecto del tratamiento informativo dado en la televisión española, concretamente en Cuatro, durante esos días de la pasada semana que no he visto convenientemente comentados en ningún medio de comunicación y que me llamó fuertemente la atención.

cuatro_11 En la madrugada anterior al día del Inauguration Day, como guarnición complementaria al menú informativo del evento, de manera aparentemente coherente con el nervio informativo del momento y sin reparar en su significado, la cadena generalista de PRISA ofreció Muerte de un presidente, falso documental de política-ficción que fantasea con la recreación de un (nunca sucedido) magnicidio contra la persona del presidente de los EE.UU., George W. Bush, apoyado en los elementos narrativos y estéticos propios del género documental, salvo porque se basa en un hecho que no ha tenido lugar en la realidad en que pretende referenciarse.
Insertado indeferenciadamente en la parrilla de la cadena. flanquedo por su rigurosa y profesional cobertura informativa del acontecimiento apoyada en su (obvia) sinergia con el despliegue técnico y humano de su hermana CNN+, el documental venía a equipararse en cuanto a  nivel de veridicción y status jerárquico informativo con el seguimiento informativo de los hechos, convirtiéndose además en un apéndice editorializante a modo de metafórico desideratum de la propia cadena y de la empresa que la sustenta (la muerte política de Bush se convierte en muerte violenta y real en el imaginario del espectador), induciendo al confusionismo del espectador poco atento y versado en determinadas tácticas.

muerte-de-un-presidente_21 Un paso peligroso y escasamente detectado que contaminó el notable nivel de la cobertura mediática patria, mezclando realidad real con otra (falsamente) documentalizada, sentando un dudoso precedente que tuvo una cierta continuación, sin llegar a esos límites, en el comportamiento del Ente público RTVE al emitir (y estrenar en España, puesto que el film aún no ha sido proyectado en salas cinematográficas) W.,el film que ha dirigido Oliver Stone retratando, no muy favorablemente, al presidente saliente, G.W. Bush, y a sus más estrechos colaboradores, así como en la dedicación del espacio documental y cultural, La noche temática, al magnicidio de Dallas en que halló la muerte el presidente Kennedy, jugando de nuevo con el fantasma del asesinato político y el complot desestabilizador, máxime cuando ha sido frecuente el empleo de paralelismos entre las figuras de aquel presidente y el recién electo Obama.
En fin, que sólo faltó la emisión de un maratón intensivo de la serie 24 con las andanzaS del (éste sí) primer presidente negro del planeta, David Palmer.

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