Con una cuota de audiencia muy por debajo de las expectativas se saldó la comparecencia del bailarín flamenco, ex-convicto y homicida involuntario, Farruquito, en el corrillo bullicioso y parlanchín de DEC (el otrota título del programa, ¿Dónde estás corazón? se ha reconvertido y apocopado, según mandan los cánones del vigente lenguaje SMS que asolan la tele), enésima y última muestra del subgénero de entrevista por la vía penal, casi subjudice, que ha gozado de gran éxito en nuestras televisiones en los últimos tiempos, donde han comparecido gente que suma a su condición de (un pelín trash) celebrity el plus de la comisión de delitos, gente de la calaña de Mario Conde, Roldán y (rey de reyes) el ex-alcalde marbellí, Julián Muñoz, acaparando minutos de prime time dignos de mejor causa.
Gracias la connivencia entre medio y entrevistado, al mutuo aprovechamiento de ambos (share para la tele; inyección crematística para el compareciente famoso), la operación parecía estar resultando beneficiosa para todas las partes, bendecida además por el seguimiento del telespectador.
Convertido el sanedrín de contertulios rosas en plató en paralelo tribunal popular (con la vena infartada de la Patiño dispuesta a someter al reo-entrevistado en simbólico ecce-homo a golpe de pregunta insidiosa y comentario sensacionalista, al mismo tiempo, dichas entrevistas le ofrecían a éste (por un módico estipendio) la posibilidad de autoflagelarse dolientemente, de redimirse ante la atenta mirada del ojo social tras la dolorosa catarsis de la confesión y el arrepentimiento público. Con todo ello, se confecciona una especiada ensalada, bien surtida de morbo, demagogia y tremendismo periodístico, con el postre añadido de un pseudo debate posterior entre los mismos entrevistadores y colaboradores, a cuenta de manosear una vez más conceptos tan sobados y desnaturalizados como ética periodística o deontología profesional, convertido el show en una jeremiada autojustificativa a costa de excusar la función ofrecida en base a los deseos de la audiencia o el interés informativo de dichas cuestiones, pese a haber lapidado dichos comportamientos cuando los ha llevado a cabo la competencia (Tele 5, off course, habitual primera dama en este tipo de festejos catódicos).
Pero, oh sorpresa, héte aquí que el edificio empieza a hacer aguas precisamente por esos cimientos que sirven excusas disculpatorias a sus responsables. las cifras de audiencia, ya que el personal empieza a dar signos de cansancio, a mostrarse reticente a concurrir a este tipo de akelarres catódico-judiciales donde se le convoca a tirar la primera piedra, para luego dejarle al margen en el reparto del sabroso pastel. Ya era hora. A ver si el compungido y arrepentido rostro de Farruquito es el último que vemos en uno de estos cadalsos televisivos a precio de oro.