No hace mucho tiempo nos causaba extrañeza e hilaridad la contemplación de metereólogas catódicas en topless o presentadoras televisivas en paños menores, recojidas en lejanos canales de televisión de exóticos países extranjeros, importadas y emitidas en programas de zapping de corte humorístico provocando el general choteo y asombro.
Pues bien, ya no se puede decir que eso no pasa en nuestro país, ya que la otra noche encontramos algo similar en uno de esos interminables timoconcursos de call tv, que asolan las madrugadas de nuestras cadenas generalistas, concretamente en el que emite una cadena tan pretendidamente joven, progresista y modernilla como La Sexta.
Frente a la ausencia de ideas o el agotamiento de la inventiva, siempre había venido siendo un buen remedio el empleo del consabido cebo del reclamo erótico: una moza de buen ver ligerita de ropa o un buen escote en primer plano nunca han dejado de ser infalibles e inmarchitables recursos para fijar la distraída atención del telespectador despistado, especialmente en estos casposos concursos de llamadas telefónicas que habitualmente colocan en pantalla jóvenes (chicas, principalmente) de agraciado físico, siendo éste uno de sus elementos definitorios junto a la hiperintensiva e insistente interpelación directa al potencial cliente-espectador de que hacen gala o la obligatoriedad de una incansable locuacidad enfática por parte del conductor, a fin de rellenar la gran cantidad de espacio sin contenido que ocupan en la parrila. Pero nunca habíamos llegado por estos pagos a semejante despelote catódico, a una tal banalización y desvalorización del cuerpo femenino y de la dignidad de la mujer, convertida en mero soporte publicitario, en sexualizado relleno televisivo e imán para la captación de la mirada rijosa del zapeador televisivo nocturno.
En fin, agradezcamos que nuestras queridas cadenas no descansan en pos de importar a nuestro país los mejores avances y las más arriesgadas propuestas de las televisiones de otras latitudes.
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Llamádme, que voy en bikini
enero 31, 2009Pasa el escote
diciembre 17, 2008El concurso Pasapalabra se ha convertido ya en un lugar común, en un territorio acogedor de las tardes catódicas. De parecida manera a otros concursos consolidados en la parrilla (La ruleta de la suerte, Saber y ganar, Cifras y letras…), ofrece una digna y discreta ración de entretenimiento, barnizado con gotas de asimilable cultura general y riqueza léxica.
Aunque permanece en el recuerdo la labor conductora de la sinpar Silvia Jato, ahora esa tarea recae en Christian Gálvez, valor en alza de la cadena, capaz de conducir la nave con soltura, frescura y facundia juvenil.
Sin embargo, lo que de un tiempo a esta parte me viene llamando la atención es el papel de los rostros populares que acompañan y escoltan a los dos concursantes de cada día. Actores y actrices, modelos, deportistas o cantantes, en ocasiones el tema suele emplearse como plataforma de (re)lanzamiento de viejas glorias o rostros olvidados en el panorama mediático, aunque normalmente suele tener que ver con otros proyectos de la cadena (series, películas, programas, etc…), empleando dicha colaboración como velada operación propagandística (sinergias de grupo mediático, ya se sabe). Aunque, más de una vez, la (discreta) exigencia de las pruebas del concurso han puesto a la luz las vergüenzas de los invitados, sus lagunas culturales y de formación, resultando un trago amargo para quien quiera ver algo más allá de su glamour y su esplendor (me estoy acordando de alguna memorable comparecencia como las de Carolina Cerezuela o Marisa Jara, entre otras). Y es que ésa es otra, recluidas (en el caso de las féminas) a los reducidos márgenes de busto parlante por las exigencias de la planificación y mecánica del producto, premisa escasamente proclive a la exhibición de su belleza en principio, se empeñan en adornar y rellenar (nunca mejor dicho) el programa con neumáticos y estratosféricos escotes (¿acaso la sección de Los melones no va por la misma senda?), para deleite y embobamiento del público masculino e imposibilidad de seguimiento de los derroteros propios del concurso, para el resto. Pues eso, además de las palabras, pasan los escotes, ante la atenta mirada del piropeador Gálvez (cómo no se corte, acabará pareciéndose demasiado a Carlos ‘Guapíiiiissssima’ Lozano).
Cuando Pili encontró a Paolo
noviembre 6, 2008La guerra entre La Sexta y Tele 5 a propósito del empleo de imágenes y videos está llevando al magazine emblemático de la cadena de Mediapro, Sé lo que hicistéis…, a lograr sus más amplias cotas de share y a sus mejores y más inventivos logros paródicos, creando fructíferas secciones como El programa de cine de Angel Martín, Me llamo Angerl o la parodia de Los lunes al sol, siempre con reiterados guiños a su polémica con Tele 5, amén de sketches ante la sede de la cadena y referidos a Vasile.
Abusando de la mirada conspiranoica, podríamos pensar en una solapada entente entre ambas cadenas, ya que están explotando el asunto a base de bien, con jugosos resultados, especialmente en el caso de La Sexta.
También los reporteros de SLQH se han puesto las pilas sinérgicas en la misma dirección y llevan tiempo detrás de presentadores y personajes varios de Tele 5, llegando al culmen con este ansiado y buscado vis a vis entre la atómica reportera, quien explota a tope su registro más seductor y goloso, y el mandamás Vasile, con las manos en los bolsillos de su gabán, recordando con su pose a un cruce de huraño Don coppoliano con una versión 2.0 de cómicos transalpinos de la estirpe de Totó o De Sica, aunque en una versión algo más agria.
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Zapatero va a la montaña
septiembre 8, 2008Corren tiempos de hiperpersonalismo y privatización de la política y los personajes públicos se convierten en estrellas pop de las que el público de la sociedad hipermedia quiere saberlo todo: su vida íntima, sus aficiones y hobbies, sus inquietudes. Como personajes en constante exposición pública, los políticos deben mostrarse de cuando en cuando en su faceta más privada y personal, para saciar la inquietud popular al respecto, complaciendo a los medios de comunicación al mismo tiempo.
En esa línea cabe entender la comparecencia del presidente del Gobierno, Zapatero, en el programa de reportajes de aventura conducido por el montañero Jesús Calleja en Cuatro.
Experimento interesante y beneficioso tanto para el presidente tanto como para el programa y la cadena, en el que Zapatero, conveniente disfrazado y muy en el papel, ha podido transmitir una imagen sentimentalizada, cercana y afable, recordando tiempos pasado de su infancia en León y desplegando a gusto su bonhomía -el famoso talante- y su inasequible querencia por la grandilocuencia expresiva y las frases para la posteridad, y el mismo tiempo, el programa se ha marcado un tanto de prestigio y autobombo.
El ascenso a Collado Jermoso, en los Picos de Europa, ha sido poco más que un simpático y amable publirreportaje, moderamente excepcional por la rareza de la situación, pero también ha permitido acceder a algunas claves de la hiperescenificada política actual, con la cohorte de asesores, escoltas, asistentes y medios de comunicación que van siempre anexos a un personaje de esta magnitud.
El montañero Calleja, vecino del presidente en su infancia y adolescencia en León, ha ejercido de complaciente y dicharachero cicerone, poniendo en bandeja con su amistosa y vivaracha verborrea multitud de ocasiones de lucimiento de Zapatero, quien las ha aprovechado a gusto: frases rimbombantes sobre la vida y la política, loas al montañismo y su arcádica niñez en la zona, referencias algo cansinas al consabido talante, saludos y gestos de cariño para todo lugareño con el que se iba cruzando en la travesía, etc…
En resumen, un retrato privado y encomiástico del presidente, más propio de época electoral pero también adecuado al momento presente: un hombre versátil pero firme y rocoso, aventurero y resistente, un héroe posmoderno, cuya arma es la pertinaz sonrisa; algo así como el tipo ideal para conducir al país entre las procelosas nieblas y tormentas de la crisis económica presente hasta la soleada campa de la recuperación que se vislumbra en el horizonte futuro.
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Pisando la alfombra roja
septiembre 4, 2008Cuando las salas de cine lujosas y palaciegas languidecen y desaparecen en todas las ciudades y los estrenos cinematográficos, salvo contadas excepciones mayormente hollywoodienses, se estrenan de tapadillo o con someras presentaciones a la prensa, lejos del boato y la lentejuela propia de los multitudinarios estrenos de antaño (en la Gran Vía madrileña, por ejemplo), se desenpolva la alfombra roja y se se saca brillo a reflectores y focos para el pre-estreno en sala de cine de las más exitosas series televisivas de la ficción nacional.
Parece ser la última moda en cuanto a promoción y pegada publicitaria, en línea con la imperante hiperespectacularización a la americana. El glamour y la fandemia, antes estaba reservado a las megaestrellas del celuloide, acompaña ahora a las jóvenes promesas y a los ídolos catódicos de las series de mayor audiencia.
El preestreno a bombo y platillo, en una gran carpa montada al efecto en el Palacio de Deportes, del primer episodio de la segunda temporada de la exitosa Sin tetas no hay paraíso, de Tele 5, arropado por la presencia del idoltrado Duque de la ficción (el actor Miguel Angel Silvestre) y su cohorte de bellezas encabezadas por Amaia Salamanca ha marcado el punto culminante de una tendencia a la que se están sumando ya la veterana y popular serie retro de TVE, Cuéntame como pasó, que ha hecho lo propio con el episodio inicial de la que ya es su décima temporada en pantalla, o el primer episodio de la tercera campaña de El síndrome de Ulises, ésta de Antena 3 y también protagonizada por el ídolo de adolescentes, Miguel Angel Muñoz.
Cabe recordar que esta estrategia mercadotécnica ya fue empleada por las cadenas la temporada anterior, con estrenos multitudinarios del último episodio de la mencionada Sin tetas no hay paraíso o el episodio-clímax de la metamorfosis y boda de la protagonista en Yo soy Bea, la telenovela de las tardes de Tele 5, si bien habría que remontarse para encontrar sus inicios a eventos similares organizados por la autonómica catalana TV3 para dar bombo y platillo a sus telenovelas de éxito.
La fórmula beneficia a ambas partes: las cadenas obtienen publicidad y presencia mediática, incluso en los informativos (convertidos en ramificaciones de márketing de las cadenas, habitualmente), multiplicándola con la sinergia autoreferencial con que suelen operar; y las salas de cine, enfermas terminales, reverdecen laureles de glamour y fanfarria, quizás por última vez.
Al menos por un tiempo, mientras la fórmula no de síntoma alguno de agotamiento y provoque el desdén del público, parece ser que los photocall sobre la alfombra roja, versión castiza, van a ser plato habitual en el menú catódico de la temporada.
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‘El hormiguero’, flirteando con el desastre
septiembre 3, 2008Esta semana ha regresado uno de los programas emblemáticos, en la escasa temporada que lleva en antena, de Cuatro: El hormiguero, concebido y capitaneado por Pablo Motos y un nutrido equipo de colaboradores entre los que destacan Flipy, Marron, Raquel Martos o Juan Pedro, entre otros.
Regresa al access-prime time de la cadena de Prisa con el mismo estilo y parecidos contenidos a los que desarrolló en la pasada campaña.
El espacio busca un entretenimiento blanco, como de novatada juvenil o de broma de colegio mayor, un sano gamberrismo neutro, que trata de no caer en la parodia o el metalenguaje referencial, ni tampoco en los omnipresentes contenidos amarillos y rosas.
Con el apunte humorístico de un par de teleñecos, las hormigas Trancas y Barrancas, que continuan la nutrida y, en ocasiones, memorable nómina de muñecos de trapo que en la tele han sido, el tramo central del programa lo ocupa una desenfada entrevista a algún personaje popular (en estos días han desfilado Xavier Sardá o Santiago Segura), al que se le hace participar en lo que viene a ser la parte más celebrada e identificatoria del producto: alocados experimentos de laboratorio de instituto o desquiciadas pruebas de todo tipo, en una especie de adaptación suavizada y sui generis de programas tipo Jackass o cualquier otro de bromas televisivas. Sin embargo, no siempre el éxito ha acompañado a estas pruebas; al contrario, las pifias y fallos han devenido en lo más popular y comentado del invento, repetido hasta la saciedad en otros programa de zapping o en el consabido youtube de la red. A veces, incluso ha podido sospecharse la intencionalidad de esa repetición del error y la pifia, en una especia de celebración de la falibilidad del directo televisivo, aunque en la explicación más pausible y normal cabe endosarle a la imprevisión y premura de tiempo la culpa de tamaño descontrol.
Hace un par de días, Motos llevó esto hasta el último extremo y, tras introducirse en un contenedor de plástico que se llenó de corcho blanco hasta el tope, tuvo que escapar, mareado y deprisa y corriendo, tras abrirse dicho contenedor, ahogándose prácticamente tras tragar suficientes bolillas de corcho como para pasarlo angustiosamente mal. Lo mismo le ocurrió a su colaborador y compañero de fatigas en la pruega, Marron, que también lo pasó mal en directo.
Aunque la sospecha conspiranoica de componenda y montaje siempre acecha al avezado televidente, no parece ser éste el caso, sino más bien un exceso de verismo gamberroide en busca de una diversión que no parece producirse en tan alto nivel como se podría suponer de tan kamikaze esfuerzo, digno de mayores empeños.
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