El moreno de ‘Cruz y Raya’

Por trillado y recurrente, el humor televisivo no es el terreno más apropiado para la innovación y la novedad, sino más bien territorio abonado a la zafiedad y la cacofónía repetitiva. Por si no hubiera suficientes ejemplos en la memoria de cualquier teleadicto, los especiales navideños vinieron a confirmarlo con creces, tanto el intento de hibridar la tradición (y seguir saqueando el legado de Martes y Trece -las empanadillas, again-) y la nueva ola de ese extraño dúo formado por Josema Yuste y Flo, nacido en el teatro y continuado ventajistamente en el prime time de la Nochebuena (casi nada) como la (fallida) emancipación de esas criaturas nacidas al calor de los engrasados engranajes de El Terrat que son David Fernández y Edu Soto, en Antena 3.
En dichas fechas navideñas, igual que sucedió el año anterior, el laurel del share ha sido para la propuesta de José Mota, quien ha enganchado dicho especial con el lanzamiento de un nuevo programa de sketches humorísticos, La hora de…, creado y protagonizado por él, en la misma onda que los realizados junto con Juan Muñoz como Cruz y Raya, ahora temporalmente escindidos (habitual triste sino de los dúos de humoristas, por otro lado).

mota

Mota (igual que el dúo matriz Cruz y Raya) viene a ser un eslabón, tardío pero potente, de la tradición humorística española, anclada en el chiste verbal y la parodia (Tip y Coll, Martes y Trece, …), previo a la eclosión del actualmente predominante humor monologuista, postmediático y referencial, de raigambre yanki, tan presente en otras cadenas como La Sexta, Cuatro o Canal +.
Así pues, la nueva propuesta de José Mota (estrenada en el prime time de la 1 en la noche pre-weekend de los viernes) trata de recuperar y mantener vigentes elementos y personajes de éxito en etapas anteriores (esa Blasa reproduciendo los esquemas de Misery contra su creador, el propio Mota, los descacharrantes anuncios de empleo, las estrellas invitadas del mundillo -el gran Carlos Iglesias, en la primera emisión, imitado con arte, también, por el propio Mota, etc…), avanzando, a la par, por nuevos caminos e incidiendo en una línea de mayor crítica socio-política (quedó demostrado ya en el especial de Nochevieja del año anterior, Ciudadano Kien), pero basándose nuevamente en la parodia metatelevisiva (ese Historia Directo que trasladaba los modos de España Directo a la escena de la muerte de Marco Antonio y Cleopatra, la conseguida parodia del muy parodiable Iker Jiménez, etc…), en la creación de personajes (antológica aparición de un nuevo héroe encarnado por el actor, El tío la vara, contra la gilipollez reinante) y la (a veces, abusiva y cargante, pero conseguida) apoyatura en muletillas y giros verbales, lúcidamente sincréticos de la herencia popular y rural y su trituración y deglución hipermedia (un poco al modo del trabajo de los chicos de Muchachada Nui).
En resumen, una apretada y nutrida hora catódica, irregular y poco novedosa, pero presidida por un humor perspicaz y digno, lo que no es poca cosa. Que si lo fuera, no pasa ná, pero no siéndolo… Pues eso.

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